Caos, devastación, la pérdida asoló mi alma. La realidad aporreaba mi almohada para entrar en un mundo del que yo no quería salir. Sólo encontraba consuelo en rememorar, en pasear de puntillas por nuestros recuerdos. Tuyos y míos, de los dos. Un consuelo frío que se deslizaba por mis mejillas y anidaba en mi pecho en forma de gotas susurrantes. La pregunta siempre fue la misma ¿por qué? Si para mí éramos perfectos, el círculo que empezaba donde terminabas tu. Un día hiciste una maleta, la llenaste con mis sonrisas y la cerraste de golpe. No hubo explicación “Ya no funciona” palabras vacías que para mí nada significaban…
Por rutina, seguí respirando, el aire continuaba llenando mis pulmones mientras agarraba mi estómago para soportar los calambres. Dejé de comer y casi de vivir, porque vivir no es arrastrarse y no sentir. De pronto un día mi cerebro dio un vuelco y empecé a idear maneras de vengarme del dolor que habías causado. Incapacitada como estaba para sentir algo más que odio, las más maquiavélicas ideas fueron adueñándose de mí. Continue reading “Venganza”